El desafío era claro: dividir dos unidades de negocio —lobby y restaurante— que convivían en un mismo espacio, sin afectar la experiencia de los huéspedes ni realizar una obra de gran escala.
Desde Interiores Maluk diseñamos una solución que priorizó la funcionalidad, optimizó el uso del espacio y elevó la percepción del conjunto.

La clave estuvo en encontrar el equilibrio entre separación y conexión. Incorporamos cerramientos de vidrio que permiten dividir sin aislar, conservando la continuidad visual y la sensación de amplitud.
El nuevo layout reconfigura la lógica operativa del hotel: el lobby, más compacto, fue diseñado para concentrar todas sus funciones en menos metros, sin perder eficiencia ni estética.

La propuesta combina un lenguaje clásico moderno con materiales sobrios, iluminación puntual y detalles que aportan identidad sin sobrecargar.
Cada decisión respondió a un objetivo concreto: mejorar la circulación, jerarquizar los accesos y generar una experiencia más clara y cómoda para el huésped.

El resultado es un rediseño silencioso pero potente. Una intervención mínima con impacto máximo.
Porque a veces, transformar no es hacer más, sino hacer lo justo.